No hagas caso a la voz de tu corazón

No hagas caso a la voz de tu corazón

Ti, y te enseñaré el camino en que debes andar; Yo de ti, y te aconsejo mis ojos. No seáis como el caballo, o como el mulo, sin entendimiento, su boca ha de ser cabestro y con freno; de otro modo no estarán sujetos. Los malos tienen muchos dolores, pero el que confía en el Señor, la misericordia lo rodea. Regocijaos en el Señor, y gozaos, justos; y cantar con júbilo todos vosotros los rectos de corazón. – Salmo 32: 8-11

Confía en el Señor con todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia. Proverbios 3: 5

El mundo nos está diciendo a escuchar la voz de nuestro corazón. Sin embargo, nuestro Dios y Padre nos enseña algo muy diferente de eso. Él siempre nos guía a buscar solamente escuchar lo que tiene que decir. ¿Por qué es que nuestro Dios nos enseña a proceder de esta manera?

Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá? – Jeremías 17: 9

¡Es eso mismo! Nuestros corazones nos engañan. Él sólo quiere lo mejor para nuestra carne y no el mejor para nuestro espíritu. El que confía en su propio corazón y vivir en el camino traicionero de la vida, en busca de una forma de estar encadenado por el enemigo de Dios, que es el gran maestro de la ilusión, y el padre de la mentira.

Así que nuestro Dios y Padre, a través de su Palabra santa y verdadera de la vida, que sus grandes enseñanzas y orientaciones para que no vivimos como los débiles de la mente que, además de ser niños en la comprensión, son como el viento no sé de dónde viene y ni siquiera sé a dónde van.

De esta manera, se busca desarrollar en él una confianza absoluta porque nuestro Dios es el único que conoce nuestros pensamientos más íntimos y sólo Él puede lograr todos nuestros sueños.

Nuestro amado Señor Jesús, incluso antes de que pidamos, sabemos todo lo que necesitamos, y siempre fiel y misericordioso, por supuesto, será imposible acabar con todas nuestras vidas para darnos mucho más de lo que queremos o imaginamos.

Un fuerte abrazo y estar en la paz del Señor Jesucristo.

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