El precio de la redención II – la Palabra de Dios para hoy

El precio de la redención II - la Palabra de Dios para hoy

¿Quién ha creído a nuestro anuncio? Y a quien es el brazo del Señor? Para que creció como un retoño delante de él, y como raíz de tierra seca; No tenía ni hermosura; y cuando lo vemos, no hay belleza que vimos, que debe desear. Despreciado y desechado entre los hombres; varón de dolores, experimentado en quebranto; y como uno ante quien se oculta el rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos. Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados. Todos nosotros como ovejas erramos, cada cual se apartó por su camino; pero el Señor cargó en él el pecado de todos nosotros. Fue oprimido y afligido, pero no abrió su boca; como cordero fue llevado a la masacre, y como oveja, enmudeció ante sus esquiladores, por lo que no abrió la boca. Por cárcel y por juicio fue quitado; y que declarará su generación? Porque fue cortado de la tierra de los vivientes, y por la rebelión de mi pueblo? Y puso su sepultura entre los malvados y con los ricos fue en su muerte, aunque nunca hizo maldad, ni hubo engaño en su boca. Sin embargo, fue la voluntad del Señor para aplastarlo, lo que lo enferma; cuando puso una ofrenda por el pecado, verá linaje, vivirá por largos días, y la voluntad de Jehová será en su mano prosperada. Verá de la aflicción de su alma, y ​​quedará satisfecho; Por su conocimiento justificará mi siervo justo a muchos, y las iniquidades de ellos llevará sobre sí. Por tanto, yo le daré parte con los grandes, y con los fuertes repartirá despojos; por cuanto derramó su vida hasta la muerte, y fue contado con los pecadores; habiendo él llevado el pecado de muchos, y orado por los transgresores. – Isaías 53

Nuestro Señor Jesús, el único hijo de nuestro Dios, vino al mundo para mostrar el amor del Creador para el ser humano. Muchos escucharon la Palabra proclamada por él en el nombre de Dios Todopoderoso. Bienaventurados son los hijos de Dios que escucharon. Bienaventurados son los hijos de Dios que han aceptado, y practicaron la buena noticia de que el Señor del Amor anunció. Para éstos, el Padre Dios les dio el poder de ser llamados hijos de Dios.

El precio que el Padre pagó por la redención de cada uno de nosotros era muy alta y muy valioso. El Altísimo, en un gesto de amor puro envió a su amado Hijo que Él haría una oferta de valor inmejorable para pagar por nuestros pecados y darnos la salvación y la vida eterna. Después de anunciar y mostrar a la gente el amor y la presencia de Dios en medio de Él, el hombre a Dios, fue rechazado, humillado, golpeado, herido y completamente aplastado por nuestros pecados, el egoísmo, la envidia, la violencia, la crueldad y todo tipo de la infidelidad y la maldad.

Nosotros, sus hijos, en lugar de dar atención a él y a los mandamientos de Dios prefiere escuchar a los hombres y sus filosofías y doctrinas. Por lo tanto, seguimos un camino contrario a los que fueron guiados por nuestro Dios. Aún así, fue el Señor Jesús que estaba tomando sobre sí todas nuestras transgresiones y nuestros pecados. Fue él quien está recibiendo el cuerpo del niño a nuestras pestañas, nuestra corona de espina, nuestras maldiciones y nuestra muerte dolorosa y humillante. Sí! Jesús estaba allí tomando mi y tu lugar. Fue el mismo Dios que estaba allí mostrando su inmenso amor por nosotros. Llevó tan pesado árbol de todos nuestros pecados, delitos y pecados.

En ese día, en ese terrible cruz, nuestro amado Señor Jesús, a través de su sacrificio amoroso, nos dejó sin vicios, las impurezas, las prostitutas, el egoísmo, la pornografía, el robo, la enfermedad, la enfermedad, la falta de honradez, la mentira, la inmoralidad sexual, la maldad, la injusticia, crímenes, los celos, la envidia, la codicia, la corrupción, la codicia, y todo lo que aleja de Dios. Que la muerte humillante fue el comienzo de una nueva vida. Un ganador y vida exitosa en la que el Señor Jesús, a través de su resurrección sobrenatural y de gran alcance, se llevó cautivos y humillante todo pecado, la muerte y la muerte del padre: el diablo.

A través de este glorioso triunfo, nuestro Señor Jesús nos dio una nueva vida. Una vida de libertad y poder. A través de la muerte del Señor Jesús nos de volver a vivir. Él nos dio una vida nueva, plena y abundante. Sin embargo, esta vida abundante sólo puede ser experimentado por cada uno de nosotros cuando entramos en contacto con la verdad, la sabiduría y el amor sublime de nuestro Señor Jesucristo.

Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. – Juan 11:25

Ahora es nuestro turno. Vamos a hacer nuestra parte. Dejemos a un lado todo lo que lleva nuestro Señor Jesús otra vez a la terrible cruz. Cuando pecamos estamos poniendo de nuevo en los hombros heridos de nuestro amado Señor Jesús más peso, más dolor y sufrimiento. Jesús ha hecho impresionante parte de él. Ahora es nuestro turno. Vamos a permanecer lejos del pecado. Vamos a desarrollar nuestra fe y perseverancia, para que podamos siempre, en santidad, siga recto en nuestro camino hacia la vida eterna junto a la Santa Trinidad. El Padre, el Espíritu Santo y el Señor Jesús, todo honor y gloria elogio, hoy y siempre. Amén!


Un gran abrazo y estar con Dios.

Edilson Rodrigues Silva

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