Dios es mi socorro, Dios es mi justicia, 21 de julio

Miqueas 2: 1 – 5

¡Ay de aquellos que antes de levantarse por la mañana ya hacen planes para explorar y maltratar a los demás! Y tan pronto como se levantan hacen lo que quieren, pues son poderosos. Cuando quieren terrenos o casas, ellos los toman. Maltratan a los demás y no respetan la familia ni la propiedad de nadie. Por eso, el Señor dice: Voy a hacer que la desgracia caiga sobre ustedes, y ustedes no escaparán. Será un tiempo de sufrimiento, y ustedes no estarán tan llenos de orgullo. Cuando ese día llegue, otros van a inventar un proverbio acerca de ustedes y cantarán esta canción triste: ¡Estamos completamente arruinados! El Señor sacó nuestra tierra, él sacó lo que era nuestro y dio a los que nos conquistaron. Por lo tanto, cuando la Tierra Prometida se reparte de nuevo entre el pueblo de Jehová Dios, ninguno de ustedes recibirá ni una parte de ella.

 

Salmos 9 o 10: 1 – 4, 7 – 8, 14.

Dios, ¿por qué te quedas tan lejos? ¿Por qué te escondes en tiempos de aflicción? Los malos son orgullosos y persiguen a los pobres; que caigan en sus propias trampas! Los malos hablan con orgullo de sus deseos. Las personas que explotan a los demás desprecian al SEÑOR y blasfeman contra él. El hombre malo no le importa a Dios; por su orgullo él piensa así: Para mí, Dios no tiene importancia. Su boca está llena de maldiciones, mentiras y amenazas. Él sólo habla de desgracias y de maldades. Él se esconde cerca de los pueblos; espera allí y mata a personas inocentes. Pero tú, oh Dios, ves y percibes el sufrimiento y la tristeza y siempre estás listo para ayudar. Los que no pueden defenderse confían en ti; tú siempre has socorrido a los necesitados.

 

Mateo 12: 14 – 21

Entonces los fariseos que estaban allí salieron y comenzaron a hacer planes para matar a Jesús. Cuando Jesús supo de eso, se fue de allí, y mucha gente lo siguió. Él sanó a todos los que estaban enfermos y mandó que no contara nada a nadie acerca de él. Esto sucedió para cumplir lo que el profeta Isaías había dicho: Dijo Dios: Aquí está mi siervo que escogí, el que amo y que da mucha alegría a mi corazón. Yo pondré en él mi Espíritu, y él anunciará mi juicio a todos los pueblos. No discutirá, ni gritará, ni hará discursos en las calles. No aplastará la rama que está rota, ni apagará la luz que ya está débil. Él actuará así hasta que la causa de la justicia sea victoriosa. Y toda la gente va a poner en él su esperanza.

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