Sólo el Señor es Dios, no hay otro Dios como tú, 24 de julio

Miqueas 7: 14 – 15, 18 – 20.

Dios, nuestro pastor, cuida de nosotros, tu rebaño. Porque vivimos aislados en un bosque rodeado de tierras buenas y fértiles. Como has hecho en el pasado, nos lleva ahora a los buenos pastos de Basán y de Galaad. Haz milagros a nuestro favor, como lo hiciste cuando nos sacaste de Egipto. Oh Dios, no hay otro dios como tú, pues perdonas los pecados y las maldades de los de tu pueblo que se quedaron vivos. Tú no sigues airado para siempre, pero tienes placer en mostrarnos siempre tu amor. De nuevo, tendrás compasión de nosotros; acabarás con nuestras maldades y echarás nuestros pecados en el fondo del mar. Como has prometido antiguamente a nuestros antepasados, tú serás fiel y mostrarás tu amor a nosotros, los descendientes de Abraham y de Jacob.

 

Salmos 84 o 85: 1 – 7

Oh Dios, tú has sido bueno para tu tierra; te has hecho con que Israel prosperara otra vez. Perdiste todos los pecados de tu pueblo y no has mirado a sus maldades. Acalmaste todo tu furor y has dejado de lado el fuego de tu ira. ¡Haz que prosperemos de nuevo, oh Dios, nuestro Salvador, y no continúes aburrido con tu pueblo! ¿Vas a estar enojado para siempre contra nosotros? ¿Tu ira nunca terminará? Nos da fuerzas nuevamente y así tu pueblo se alegrará por ti. ¡Muéstranos, oh Jehová Dios, tu amor y nos da tu salvación!

 

Mateo 12: 46 – 50

Cuando Jesús todavía estaba hablando al pueblo, la madre y sus hermanos llegaron. Se quedaron en el exterior y le pidieron hablar con él. Entonces alguien le dijo a Jesús: Escucha. Su madre y sus hermanos están allá afuera y quieren hablar con usted. Jesús preguntó: ¿Quién es mi madre? ¿Y quiénes son mis hermanos? Entonces apuntó a sus discípulos y dijo: ¡Vean! Aquí están mi madre y mis hermanos. Porque quien hace la voluntad de mi Padre, que está en el cielo, es mi hermano, mi hermana y mi madre.

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