La Palabra de Dios para hoy, 6 de agosto, El Señor nuestro Dios Altísimo es el Rey. Él gobierna el mundo entero
Daniel 7, 9 – 10, 13 – 14
Seguí mirando y vi que se pusieron algunos tronos. En uno de ellos, se sentó el que siempre existió. Su ropa era blanca como la nieve, y sus cabellos eran blancos como la lana.
El trono y sus ruedas parecían llamas de fuego, y de un lugar delante del trono salía un río de fuego. Había allí miles de personas que adoraban al que estaba sentado en el trono, y muchos millones estaban de pie en presencia de él.
Comenzó el juicio, y se abrieron los libros. En la misma visión que tuve aquella noche, vi un ser parecido a un hombre, que venía entre las nubes del cielo. Él fue hasta el lugar donde estaba el que siempre existió y fue presentado a él.
Le dieron el poder, el honor y la autoridad de rey, a fin de que los pueblos de todas las naciones, lenguas y razas lo sirvieran. Su poder es eterno, y su reino no tendrá fin.
Salmos 96 o 97, 1- 2, 5 – 6, 9
EL SEÑOR Dios es Rey. ¡Alegrémonos la tierra! ¡Quédate contentos, islas de los mares! Alrededor de él hay nubes y oscuridad; las bases de su reinado son la honestidad y la justicia.
Los montes se derriten como cera delante de Jehová, delante del Señor de toda la tierra. Los cielos anuncian su justicia, y todos los pueblos ven su gloria.
Señor, Dios Altísimo, tú gobiernas el mundo entero, tú estás por encima de todos los dioses.
Marcos 9, 2 – 10
Seis días después, Jesús se fue a un monte alto, llevando consigo a Pedro, Santiago y Juan. Allí, vieron la aparición de Jesús cambiar. Su ropa se puso muy blanca y brillante, más que cualquier lavadora sería capaz de dejar.
Y los tres discípulos vieron a Elías y Moisés conversando con Jesús. Entonces Pedro le dijo a Jesús: Maestro, ¡cómo es bueno estar aquí! Vamos a armar tres barracas: una para el señor, otra para Moisés y otra para Elías.
Pedro no sabía lo que debía decir, pues él y los otros dos discípulos estaban aterrorizados. Luego, una nube los cubrió, y de ella vino una voz, que dijo: Este es mi Hijo querido.
¡Escuchen lo que dice! Entonces los discípulos miraron alrededor y vieron solamente a Jesús con ellos. Cuando estaban bajando del monte, Jesús mandó que no contaran a nadie lo que habían visto, hasta que el Hijo del Hombre resucitar.
Ellos obedecieron al orden, pero discutieron entre sí sobre lo que quería decir esa resurrección.
A nuestro Dios Todopoderoso al Vitorioso Señor Jesús y al maravilloso Espíritu Santo de Dios, sean dadas todo honor, gloria, y alabanzas, ayer, hoy, y para siempre. Amén, y gracias a Dios.