Mi fe es débil
Nabucodonosor habló y dijo: ¿Es verdad, Sadrac, Mesac y Abed-nego, que vosotros no honráis a mi dios, ni adoráis la estatua de oro que hasta? Ahora, pues, si usted está listo cada vez que oye el sonido de la bocina, de la flauta, arpa, del salterio, de la zampoña, y de todo tipo de música, postre y adore la estatua […]
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