¿Quieres ser sano (a)? – La Palabra de Dios para hoy

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¿Estás enfermo? Se ha sufrido a causa de un trastorno o enfermedad? Usted ha estado buscando una cura para el mal que está en el trabajo en su vida? Imagínese entonces que Jesús está en el frente, y le pregunta:

– ¿Quieres ser curado (a)? ¿Qué le dirías a Jesús? Por supuesto, Señor! Inmediatamente Señor!

Esto sucedió al paralítico de la piscina de Betesda. (Véase el texto bíblico completo en Juan 5: 1-14). Este hombre sufría por treinta y ocho años a causa de una enfermedad que le impedía caminar. Ya sabes lo que este hombre le dijo a Jesús cuando el Señor le hizo la misma pregunta? Nada. Exactamente! Una vez que Jesús le preguntó si quería ser sanado empezó a hablar de las dificultades de su vida. Empezó a hablar de lo imposible que pasó todos los días. Él comenzó a poner toda la debilidad y la impotencia que sentía.

El paralítico respondió bien a Jesús porque él no sabía que estaba hablando con él en ese momento. El hombre no tenía idea de que el hombre que estaba allí antes que él tenía el poder de cambiar su vida. Sin embargo, aun en medio de las quejas y gritos de los enfermos Jesús no se molestó y firmemente, le dio una orden para el hombre:

– Levántate! Toma tu lecho y anda.

El paralítico que no sabía quién era Jesús, pero no se cuestiona ni estaba contando la historia de nuevo. El hombre acaba de oír la orden de Jesús y fue sanada. Después de que él llevó a su cama y comenzó a caminar. El hombre no conocía a Jesús. Pero oyó lo que Jesús había dicho. Porque escuchó lo que dijo Jesús, que había sido sanado. ¿Qué fue lo que Jesús dijo:

– Levántate! Toma tu lecho y anda.

El hombre que ya estaba enfermo no podría haber sido curado treinta y ocho años si decide no escuchar a un extraño. Pero oyó. Escuchó y su vida cambió. Pero este no es el caso. Sabemos quién es Jesús. Sabemos lo que es capaz de hacer. Sabemos que Él es Dios. El paralítico no conocía a Jesús. El paralítico no sabía que el hombre que tenía delante era capaz de hacer. Pero todavía escuchó y creyó la palabra de Jesús y fue sanada.

Al conocer a Jesús y saber lo que puede, por supuesto, nuestra fe es mucho mayor. Sabemos que la fuerza y ​​el poder de Jesús. Por lo tanto, si creemos en la Palabra del Señor como un solo hombre cree, no puede ser curado también. Así Jesús hoy repite las mismas palabras que le dijo al hombre de la piscina de Betesda.

– Levántate! Toma tu lecho y anda.
– María, levántate! Toma tu lecho y anda.
– John, levántate! Toma tu lecho y anda.
– Hija, levántate! Toma tu lecho y anda.
– Hijo, levántate! Toma tu lecho y anda.

Un gran abrazo y estar con Dios

Edilson Rodrigues Silva

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